3 August 2016, Carla Imbrogno, Clarin
Interview (es)
Invitados a dar un salto musical sin red
–En esta versión, De Materie vuelve al espacio de una sala de conciertos. –El espacio para el cual son pensadas las obras transforma por completo la mirada sobre ellas. Esta producción puede ser vista como un experimento: darle una oportunidad a una obra que hasta ahora no había encontrado cabida en el repertorio de espacios tradicionales. Esta infrecuencia de la ópera de Andriessen se debe a escollos formales: una orquesta atípica –un número inusual de percusionistas y saxofonistas, pocas cuerdas, todo debe estar microfoneado– y una enorme exigencia para la orquesta y para el coro. También hay motivos conceptuales: no hay una historia de amor, ni siquiera una narración. Es una ópera sobre la “materia”, algo que nos confronta con fuerzas que no podemos controlar. Los textos provienen de fuentes diversas: la Declaración de Independencia de Holanda, un antiguo tratado sobre la indivisibilidad del átomo, la visión erótica de una religiosa del siglo XIII, escritos sobre teoría del arte, una nota biografía de Piet Mondrian y los diarios de Marie Curie. No hay transición ni continuidad argumental o estética entre las partes, que son independientes. Es una obra de la experiencia, la escucha, la meditación. En el centro está el público, que reflexiona al respecto. –¿Le interesa refrescar la percepción en el espectador? –La percepción es uno de mis mayores estímulos. Hay realizadores que solo piensan a partir del escenario, de sus ideas, de los sentimientos que deberían expresarse en escena. No me interesa nada de eso, prefiero crear un espacio para que el espectador pueda desplegar su imaginación. La interpretación es materia de la percepción y la percepción está del lado del espectador. Quiero darle un paisaje, no indicarle qué es lo importante. Quiero devolverle la soberanía del descubrimiento. -En su libro sobre “estética de la ausencia”, usted sostiene que en el caso del creador teatral la fantasía es peligrosa y cita a Heiner Müller: “No tengo la más mínima fantasía. Las personas con fantasía se enfrentan al peligro permanente de las dificultades de la realidad. No puedo imaginarme nada. Ni siquiera tengo ideas”. –Müller se refiere a las “visiones” de un autor. La fantasía es algo que no tiene anclaje, se desarrolla en el aire. La imaginación del espectador, en cambio, se enciende a partir de la realidad de lo que ve y escucha, y de la apertura que va generando. –Suele remitirse también a grandes autores como Gertrude Stein o Elias Canetti. Cita a Canetti: “El drama musical es la cursilería más absurda que se ha inventado jamás. El drama es una forma muy particular de música y sólo en contadas ocasiones tolera la música como condimento”. –Canetti habla del intento de muchos compositores de “musicalizar” el lenguaje. Y demanda la independencia de los elementos, como Brecht. Canetti también decía que dos frases pueden estar juntas pero sin tocarse, de lo contrario una no tarda en quitarle algo a la otra. La música también corre el riesgo de quitarle algo al texto, por eso los textos pierden su ritmo cuando son cantados. En su presencia teatral, yo intento mantener la independencia de los elementos. –¿Qué desarrollos del teatro europeo actual le resultan inspiradores? –Están sucediendo cosas fantásticas en la escena independiente, que cuestiona las formas teatrales, como el papel mismo de los actores. Rimini Protokoll, por ejemplo. Reconocen la crisis de la representación y desarrollan nuevas estrategias a partir de ese reconocimiento. Ese es el motor de investigación en el instituto de estudios teatrales aplicados que dirigí durante diez años en la Universidad de Giessen y donde ahora soy profesor. Es una usina única de reflexión teórica y práctica de la que han salido artistas como René Pollesch, Rimini Protokoll, Monster Truck, She She Pop. El problema es una fuerza de gravitación contraria, de “monocultura” en los teatros estatales, que funcionan como una cadena de montaje y son incapaces de verdadera experimentación. En el terreno específico del teatro musical, creo que los músicos están más avanzados que los directores escénicos. Salta a la vista con creaciones como las de Luigi Nono, Zimmermann, Cage, Partch, Andriessen, Lachenmann, Feldman. Hay conceptos compositivos que acercan el teatro musical a las artes visuales, evitando la narración. Pero los directores tienen dificultades con este material y muchas veces terminan reduciéndolo a un núcleo psicologista. La atonalidad suele ser escenificada como histeria o delirio, esa no es en absoluto la idea de los compositores.
on: Louis Andriessen: De Materie / staged concert version (Music Theatre)